VIVIR CON ILUSIÓN

Muchos ven la ilusión como una fantasía sin posibilidades reales de que se cumpla. En cambio, considerarla como un motor para nuestras vidas es algo muy beneficioso. Es complejo ilusionarse con los tiempos que corren, la sociedad está dormida. Hacen con nosotros lo que quieren. Triste realidad & futuro incierto. Pero la ilusión es la “chispa de la vida”, sin ella, la vida pierde color, todo se vuelve monótono, apagado y nada tiene sentido. Recuperar la ilusión o volver a ilusionarnos conlleva buscarla y salir del momento apático en el que vivimos.

La ilusión hace que cada momento de la vida sea especial y único. Además, vivir con ilusión nos permite adelantar el momento deseado, ya que la ilusión nos motiva a visualizar, a proyectar y desear lo que queremos vivir, de manera que lo disfrutamos antes de que llegue.

La ilusión habita en aquellos instantes de la vida que nos acercan a nuestros proyectos. Se trata de desear conseguir algo y poner toda nuestra energía en conseguirlo. La ilusión es ese sentimiento interno que nos hace disfrutar antes de que nuestro deseo se haya cumplido. Podemos potenciar la “chispa de la vida” si nos proponemos hacerlo cada día. VIVIR DÍA A DÍA… CADA DÍA QUE NOS QUEDE.

La ilusión habita en nuestro interior y en la forma en la que hacemos las cosas. Podemos vivir nuestro día a día de forma monótona, sin ganas, rutinariamente, en automático, es decir, sin ilusión por vivir.

Pero también podemos proponernos volver a ilusionarnos, a vivir cada instante como si fuera único, poniéndole todas nuestras ganas, nuestra alegría, toda la ilusión, porque sabemos que estamos más cerca de conseguir aquello que queremos conseguir.

Podríamos decir, que la ilusión habita en tener metas, deseos y proyectos realistas y alcanzables, de forma que viviremos cada instante intensamente, con la ilusión de conseguirlo, disfrutándolo desde el principio.

Como alguna vez digo… ¡SIN UN OBJETIVO NO SOMOS NADA!

La infancia está relacionada con la ilusión, y esto no es una casualidad. En la infancia creímos que todo era posible, nos ilusionábamos cuando nos contaban un plan que íbamos a hacer… Nuestra inocente infancia.

Cuando nos hacemos adultos, descubrimos que no todo es posible, y que las cosas no son como queremos que sean, y esto hace que la ilusión se pierda, se disipa entre DECEPCIONES, PROBLEMAS, FRUSTRACIONES Y SUFRIMIENTOS.

Desde que somos adultos descubrimos la vida real y que esta no es tan justa como creíamos de pequeños. Corremos el riesgo de perder la ilusión de la infancia, y con ella perdemos la capacidad de disfrutar de cada momento, ya que no tenemos confianza en que podamos conseguir nuestros proyectos y deseos. Viviremos entonces con el sabor agridulce de las decepciones y los problemas, por lo que perdemos toda esperanza de que pueda haber algo más. Nuestra ilusión se ha perdido entre la desgana y la decepción…

Sin embargo, la vida tiene mucho que ofrecernos y sorprendernos aún, solo nos hace falta creer en ello, aunque sea difícil. Es necesario volver a ilusionarnos por pequeñas cosas de la vida cotidiana, recuperar los deseos, los proyectos y los sueños. 

Y la vida nos devolverá deseos cumplidos, proyectos y sueños realizados, por la simple explicación de haber creído en ellos y haber puesto toda nuestra energía en conseguirlos.

La vida con ilusión es una vida llena de buenos momentos, pequeños instantes que merece la pena vivir, porque nos llenan de satisfacción y felicidad, aunque haya otros momentos menos felices.

Al vivir con ilusión, la vida se convierte en la suma de pequeños instantes que nos acercan a momentos deseados, y que incluso los malos momentos, son necesarios para avanzar por una vida que merezca la pena, es decir, la que estamos proyectando en cada momento.

¡TODO PASA POR ALGO!

HAY QUE SER CONSCIENTE DE QUE SER FELIZ DEPENDE DE NOSOTROS, NO DE LOS DEMÁS. CADA UNO DE NOSOTROS SOMOS RESPONSABLES DE NUESTRA VIDA. “EL DESTINO REPARTE LAS CARTAS… PERO NOSOTROS JUGAMOS”.